Lo decimos con más o menos preposiciones: el conflicto CON el campo, DEL campo, CON el gobierno, DEL gobierno. Hay análisis lúcidos y los hay efectistas.
Para empezar por lo positivo, que la intelectualidad argentina (la joven guardia, la vieja, literatos, filósofos, historiadores, etc.) se decida a intervenir pensando públicamente, es un dato alentador. La complejidad que enmascara el eufemismo "paro del campo" requiere de todas las perspectivas a la hora de entender lo que está pasando, pero dejando de lado el análisis concreto de los intereses de cada sector (números, rentabilidades, confiscaciones), hay todavía una contradicción tan paradigmática de la realidad argentina, que tal vez sea la más difícil de salvar.
Durante el discurso de la Presidenta, transmitido por cadena nacional y observado en cada "piquete ruralista", se pudo ver con claridad que lo que NO había era el reclamado DIALOGO. Pero no porque las partes no estén dispuestos a sentarse y negociar, o de lo contrario seguir en sus endurecidas pocisiones, sino porque pareciera que se está hablando en IDIOMAS DIFERENTES.
A ver: prendamos la luz en el lugar de la educación. ¿Cuántos argentinos han tenido la posibilidad de aprender, conocer, saber, entender la HISTORIA ARGENTINA? Y ¿cuántos -que teniendo la posibilidad- han querido hacerlo realmente?
Obviamente, como las versiones son tantas, acá me refiero a todas, imprescindibles para carear las razones de por qué nos pasa lo que nos pasa.
Responder estas preguntas serviría para saber desde qué lugar escuchamos lo que dijo Cristina Fernández y lo que respondieron los "dirigentes del campo".
La verdad es que los números y porcentajes de la sojización, si un 20% produce el 80% y el 80% produce un 20%, son entendibles si se sabe de la actual composición agropecuaria argentina, de sus negocios internacionales y de quién es quién en la producción.
Pero ¿a quién estaban dirigidos esos análisis, ese puntilloso desagregado de argumentos que pretendía explicar la justicia -o no- de las retenciones móviles y las nuevas medidas para los pequeños productores?
El "campo" y su avanzada de Callao y Santa Fe reaccionaron como si solo hubieran podido escuchar "cancelamos las retenciones". No lo escucharon, entonces no se levanta el paro y vamos las cacerolas. Los que siguen un poco más de cerca el conflicto y su compleja urdimbre, oyeron que se pretende intervenir políticamente en la administración de los recursos nacionales con un objetivo concreto en pos de un modelo de país -con el que podemos estar de acuerdo o no-, como tal vez hace mucho no se hacía y eso hace saltar a muchos que quieren que las cosas sigan como están.
¿Y qué escucharon los que votaron a Cristina y hoy irán a la Plaza de Mayo a expresarle su apoyo?
Quiero decir, hay por lo menos tres tipos de oyentes de las voces de este conflicto que nos golpea a todos (hay y debería haber muchísimos más), pero dos de ellos (justamente los que se movilizan) ya están convencidos de sus propios y previos argumentos. Y sin necesidad de leer abajo del agua, ambos representan los votos que (a favor y en contra) se jugaron en octubre del 2007 en quién iba a gobernar el país.
A juzgar por lo que se ve, no parece que entre ellos haya voluntad de diálogo, pero me pregunto cuánta voluntad de análisis, real, profundo, superador hay en cada uno de nosotros (los ARGENTINOS) para actuar con conciencia amplia y no a golpes de consignas estrechas como las que se desparraman por los medios de comunicación con impune y perversa facilidad.
Saber de qué se está hablando, quiénes y por qué lo hacen, demanda un compromiso con mi rol de integrante de la sociedad, insoslayable si me pretendo activa y con derecho a voz y voto.
Con leer los carteles que se levantan de un lado y del otro ("Cristina, compartí tu abundante guardarropa", "cría pingüinos y te cagarán el campo", "si no comemos vacas, nos comemos a los gorilas") no alcanza. Ni para entender, ni mucho menos para proponer.
Para empezar por lo positivo, que la intelectualidad argentina (la joven guardia, la vieja, literatos, filósofos, historiadores, etc.) se decida a intervenir pensando públicamente, es un dato alentador. La complejidad que enmascara el eufemismo "paro del campo" requiere de todas las perspectivas a la hora de entender lo que está pasando, pero dejando de lado el análisis concreto de los intereses de cada sector (números, rentabilidades, confiscaciones), hay todavía una contradicción tan paradigmática de la realidad argentina, que tal vez sea la más difícil de salvar.
Durante el discurso de la Presidenta, transmitido por cadena nacional y observado en cada "piquete ruralista", se pudo ver con claridad que lo que NO había era el reclamado DIALOGO. Pero no porque las partes no estén dispuestos a sentarse y negociar, o de lo contrario seguir en sus endurecidas pocisiones, sino porque pareciera que se está hablando en IDIOMAS DIFERENTES.
A ver: prendamos la luz en el lugar de la educación. ¿Cuántos argentinos han tenido la posibilidad de aprender, conocer, saber, entender la HISTORIA ARGENTINA? Y ¿cuántos -que teniendo la posibilidad- han querido hacerlo realmente?
Obviamente, como las versiones son tantas, acá me refiero a todas, imprescindibles para carear las razones de por qué nos pasa lo que nos pasa.
Responder estas preguntas serviría para saber desde qué lugar escuchamos lo que dijo Cristina Fernández y lo que respondieron los "dirigentes del campo".
La verdad es que los números y porcentajes de la sojización, si un 20% produce el 80% y el 80% produce un 20%, son entendibles si se sabe de la actual composición agropecuaria argentina, de sus negocios internacionales y de quién es quién en la producción.
Pero ¿a quién estaban dirigidos esos análisis, ese puntilloso desagregado de argumentos que pretendía explicar la justicia -o no- de las retenciones móviles y las nuevas medidas para los pequeños productores?
El "campo" y su avanzada de Callao y Santa Fe reaccionaron como si solo hubieran podido escuchar "cancelamos las retenciones". No lo escucharon, entonces no se levanta el paro y vamos las cacerolas. Los que siguen un poco más de cerca el conflicto y su compleja urdimbre, oyeron que se pretende intervenir políticamente en la administración de los recursos nacionales con un objetivo concreto en pos de un modelo de país -con el que podemos estar de acuerdo o no-, como tal vez hace mucho no se hacía y eso hace saltar a muchos que quieren que las cosas sigan como están.
¿Y qué escucharon los que votaron a Cristina y hoy irán a la Plaza de Mayo a expresarle su apoyo?
Quiero decir, hay por lo menos tres tipos de oyentes de las voces de este conflicto que nos golpea a todos (hay y debería haber muchísimos más), pero dos de ellos (justamente los que se movilizan) ya están convencidos de sus propios y previos argumentos. Y sin necesidad de leer abajo del agua, ambos representan los votos que (a favor y en contra) se jugaron en octubre del 2007 en quién iba a gobernar el país.
A juzgar por lo que se ve, no parece que entre ellos haya voluntad de diálogo, pero me pregunto cuánta voluntad de análisis, real, profundo, superador hay en cada uno de nosotros (los ARGENTINOS) para actuar con conciencia amplia y no a golpes de consignas estrechas como las que se desparraman por los medios de comunicación con impune y perversa facilidad.
Saber de qué se está hablando, quiénes y por qué lo hacen, demanda un compromiso con mi rol de integrante de la sociedad, insoslayable si me pretendo activa y con derecho a voz y voto.
Con leer los carteles que se levantan de un lado y del otro ("Cristina, compartí tu abundante guardarropa", "cría pingüinos y te cagarán el campo", "si no comemos vacas, nos comemos a los gorilas") no alcanza. Ni para entender, ni mucho menos para proponer.
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