viernes, 27 de julio de 2007

Sigo viaje, sigo aprendiendo...

En estos días, la palabra "final" tuvo muchos significados para mí. Exámenes en la facultad, final de cuatrimestre, final del viaje en Tren por la Web 2.0, final de la espera para amigos que desde hace unas horas tienen una hijita...
Asistí (con nudo en la garganta, claro) a los testimonios de los pasajeros de este tren, tanto como a la brillante actuación -final- de los maquinistas, Carlos Neri y Alejandro Karpicius.
Soy de las que no da por terminado el viaje (ni este ni ninguno), porque ¿qué sé yo cuándo finalizan realmente las cosas? Creo en el nombre que le puse a mi blog, y en su justificación, y creo profundamente en la sorpresa, en la enseñanza, que pueden guardarme todas las estaciones que iré encontrando en la vida.
En cada una de ellas alimento el avío con el que llegaré a la próxima, y de este viaje tan particular me queda una impagable sensación de plenitud.
Obviamente, si me subí al tren de la Web es porque las "herramientas" informáticas ejercen su fascinación en mí, y es así como las veo. Vale aclarar también que amo las herramientas de todo tipo (soy una entusiasta y dedicada autodidacta en carpintería) porque ellas me permiten HACER, construir, transformar.
Es de lo que se trata cuando hablamos de aprender, creo, palabra con la que tengo más empatía que con la de educar, tal vez porque me siento más sujeto de mi aprendizaje que objeto de la educación.
Y creo que esto es lo que experimenté cada vez con más claridad, durante el viaje y también cursando la materia Edición Electrónica y Multimedia con Carlos. Las herramientas están ahí y solo es cuestión de aprenderlas y usarlas, es cuestión de técnica y mayor o menor habilidad.
La diferencia en el resultado siempre la dará precisamente lo que NO ES TECNICA, lo que los hacedores de este curso pusieron antes, durante y después: el compromiso afectivo, la sensibilidad, la humanidad sentimental hasta las lágrimas. Es lo que nos movilizó -y no tengo otras experiencias semejantes para compararlo- al punto de convertir en AMIGOS a gente que solo se vio a traves de una fotito de 100x100 px, y que anduvo feliz de la vida contando por ahí que viajaba en tren por internet, y que estaba buenísimo...!
¿Y qué estábamos haciendo realmente? Aprendiendo, descubriendo, acompañándonos solidariamente en el conocimiento...
Y, pucha, qué gusto... qué extraña emoción la de andar llorisqueando delante de una PC...(?¡), tan convencidos de que hasta podíamos abrazar a ese amigo...
Si eso no es APRENDER encarnadamente que las herramientas son apenas un medio para hacernos mejor la vida, y que la vida SIEMPRE es mejor cuando nos dejamos SER con todo lo que SENTIMOS...

En alguna charla con Danielk, le decía que tomaba nota de la importancia de los saberes previos como condición indispensable para una producción eficaz y también veloz (tan característica de él), a Carlos y Alejandro, y a todos y cada uno de los amigos pasajeros del tren de la web, gracias por resaltar que antes y después de las herramientas, estamos las PERSONAS.

Lo dicho, el viaje sigue... al infinito y más allá



2 comentarios:

Adriana López Taddei dijo...

Hola Sil: Para mi la palabra FINAL significa "el comienzo de algo nuevo" (en lo MICRO); en lo MACRO, es como vos decís, seguimos en un largo viaje donde no conocemos las estaciones pero siempre queriendo y necesitando algo más, tu "más allá, tu "infinito". Creo que este final de viaje sirvió para que creáramos nuevas estaciones, nuevos ramales en los que sólo nosotros seremos quienes surquemos el camino aprovechando lo aprendido en el viaje anterior. Por mi parte, yo sigo con mi tren, seguiré recorriendo nuevas estaciones porque eso es lo que me dejó, las ganas de seguir "tendiendo redes", quien sabe si por algún lugar de la web 2, no hay otras Sil y otros Horacios esperando reencontrase a través de uno, no? Seguiré subiéndome a tu tren para vistarte. Cariños, Adriana.

Daniel Krichman Hernandez dijo...

La emoción, lo querido, lo que te deja verte ante los demás como singular y sin embargo con capacidad para mezclarte e intercambiar, es lo que permite que uno se olvide de las dificultades y se disponga a encarar la cuesta de lo nuevo. Cuando se vuelca adrenalina en el torrente sanguíneo no se sienten los dolores del cuerpo. Cuando circula el afecto, como sucedió en este viaje, se regeneran las ganas de participar todo el tiempo ¿qué más? ¿qué otra cosa queremos que sentirnos queridos y recibidos por los que queremos?
Un abrazo
danielk