viernes, 14 de marzo de 2008

Harta de rutina

Diario Crítica... Jorge-Lanata-la-diferencia-entre-enterarte-y-entender, necesito una sorpresa, y no precisamente que nos escapemos a Fortaleza y mucho menos que nos casemos el domingo!
El vicio de la vereda de enfrente, no?
¿Qué hacer cuando la oposición la ocupan esos a los que siempre nos opusimos y -vade retro satanás- NUNCA perteneceremos al bando de los "obsecuentes"...?!
Como el turco en la neblina no, porque el turco ya ni sabe qué es neblina, como radicales en la era K tampoco, porque ellos no se doblaron, se rompieron pero PARTIDOs tampoco están...
¿Entonces? ¿Cómo hacer para no desaprovechar el negocio de la marca registrada nacional: la lágrima severa, la amonestación constante, la queja porque sí, porque no y porque tampoco?
Lustramos la chapa (antes de que desaparezca)y sacamos OTRO diario, a los 20 justo de aquel que -no sé si recuerdan- sacamos cuando solo teníamos 26.
Lanata, ¿20 años no es nada? ¿Sigue febril la mirada?
Sin ningún libre albedrío, mi RSS me los sirve juntos -Página 12 y Crítica- para que compare y elija.
Voy (viciosa yo también) tras el título que llama: "Quién tiene más pe$o en la balanza judicial"
Ahá, Nicolás Reyes, riojano -brrr... lo que puede un gentilicio- el administrador de los fondos de la Corte Suprema de Justicia, amigo de Erman-amigodeMenem, se acaba de ir, y es posible que se vaya también su protegida -interpreto de la nota-.
Entre los dos decidían para dónde iban los 260 millones de pesos asignados a la Corte para su funcionamiento y la ejecución de los 1.600 millones que insume la administración de justicia (sic).
Nada.
Ni se me cae el pelo ni me tiemblan las manos.
¿Qué son esas chirolas? ¿Qué es la administración de justicia...!!!???
Socorro, dice una amiga con acento cansino... como con tilde en la "o" del medio.
Pero este NO ES el tema de mi no querer vivir como esta gente.
El tema es que la nota te pone anteojos de payaso para que veas que es la administración K la que quiere manejar esos fondos, y tooooodos los intríngulis que eso conlleva, canejo... Y por supuesto, los que leen Crítica y "comment" al pie, lo confirman.
Es decir, si me-entero-y-entiendo- vistesss, es más malo que los K afilen sus rapaces garras para hacerse con estos dinerillos, que el que TODAVIA estuviera uno de los tiranosaurios del protomenemismo que, casualmente, no ocupaba NINGUN lugar importante, vistesss (bis).
Por favor, que limarse las uñas es barato y lo hacemos todos.
Y con la nata de la oposición se pueden hacer muchos platos (¿de plata..?), siempre que no tenga gusto a rancio.

jueves, 13 de marzo de 2008

Aclarando

Y no para que oscurezca, sino para que se entienda que tampoco es cuestión de andar pecando de aquello que critico: la sentencia.
Y menos aun para cargar tintas en ánimos que tienen todo el derecho del mundo de desahogar penas como más les plazca. Que cada uno llora como puede y ríe como le gusta.
Lo patético, opino, no es llorar ante cámaras, públicos o desolados espejos solitarios, sino perdernos la oportunidad de ver un poco más allá del espectáculo del llanto.
Y más allá es, paradójicamente, más acá. Acá adentro, en el fondo de mí misma, que a veces parece la galaxia más lejana.
¿Qué me duele?
La futura falta de la risa, la temida ausencia del talento, la certeza del hueco de la mediocridad acechando, ¿quién echará chispas al fuego sacro de mi inteligencia?
Hay tan poco por lo que reir, parece, que retorcemos lágrimas de acá y de allá para regar la despedida de quien vivió para regalarnos alegría con generosidad inmensa.
Eso, aprendamos, carajo!
Seamos generosos, seamos felices. Riamos, porque somos capaces de darnos aquello que más valoramos. Que Guinzburg vivió haciendo siempre lo que quiso, que trabajó sin descanso para divertirse, que se mató de risa, el loco...
¿Y por qué no tratar de hacer lo mismo?
Si no tuviéramos la capacidad de la risa, de la diversión, de la felicidad, nada de lo que hizo Guinzburg nos hubiera tocado, ¿no es mejor homenaje cultivar ese -este-jardín?

La muerte real

A ver, ¿qué quiero decir realmente?
Desde ayer a la mañana estamos todos atisbando la magnitud de la muerte de uno que merece los mejores adjetivos: grande, genio, único, multifacético, talentoso, y etcétera abultado...
Murió Jorge Guinzburg. Y todos tenemos algo para decir, no? La peregrinación por el muro mediático de los lamentos es variada y coincidente: "qué dolor, qué pérdida, qué vacío".
Y es cierto, si bien algunos sufren con corrección política, en general la tristeza es genuina. Pero la esencia del asunto -o lo que yo quiero decir porque para eso tengo mi blog- es que a mayor importancia de quien se fue y otros eufemismos afines a la muerte... mayor es la conciencia de la ídem.
¿Qué?
Que cuanto más me importa el muerto/a, más grande es la noción de que la muerte está ahí, existe, LLEGA... Si se muere alguien que me importa, YO, que soy quien más me importo en el mundo, TAMBIEN voy a morirme.
Por eso no puedo aceptarlo, no lo puedo creer, NO PUEDE suceder. ¿Cómo alguien que afecta mis emociones, me conmueve, me alegra, me entristece, me hacer sentir viva, se va a morir?
Ergo, cuando muere alguien tan querido, nos lloramos a nosotros mismos por adelantado...
Nos lloramos a cuenta de lo que, en "ese" momento, no podremos llorarnos. Y también, por las dudas, por quienes, tal vez, no van a llorarnos...
Mmm... qué patético.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Me aburre la realidad

Alguna vez dije: "era periodista", cuando me preguntaron qué hacía. Y alrededor creció un murmullo corrector, ja, justo a mí... "SOS periodista", me remarcó una repentina sabedora de mi verdad evidente, "lo que pasa es que ahora no estás trabajando, pero siempre vas a ser periodista...".
Un dilema shakespereano que no daba para resolver a las diez de la mañana en una clase de... "técnicas de cuidados paliativos" (asistencia a enfermos que ya no pueden con su vida) en la que fui a recalar, precisamente porque YA NO ERA periodista...
Esa fue una de mis rebeliones contra el oficio de andar metiéndose en todo lo que pasa para contárselo a gente a la que no le interesa ni puede hacer nada para que deje de pasar, porque por otra parte, ya es demasiado tarde.
De todas maneras, y a cuento de mis contradicciones, el curso me hizo pensar en la cantidad de buena gente dispuesta a trabajar ayudando a otra gente, con la que yo tenía tan poco que ver. Y no porque no me considere buena gente (y ese es tema para mucho más) sino porque lo que me alejaba del periodismo es lo mismo que me aleja de alguna buena gente, solo que del otro lado. Es decir, el exceso de análisis o la falta de análisis.
¿Para qué sirve saber lo que pasa? Para no andar colgado de la rama cuando afuera el otoño viene deshojando... Para tener de qué hablar cuando tomamos mate y no tenemos de qué hablar. Para dormir con pesadillas, para chivoexpiar puteadas, enojos y dolores que tan poco tienen de mass-media... Y también para decidirse a escribir finalmente un BLOG!
Claro que sí. Porque al fin y al cabo YO, (yo, yo, yo!) también tengo algo para decir de la santa sanata diaria, y si ante mi pc el mundo me salpica, con mi blog puedo chorrear mis inteligentes puntos de vista, mi sagaz comprensión de la entrelínea, mi propio plus binario última cosecha o tempranillo, como mejor le guste.
Por favor, ¿qué terapia puede resolver esta inútil ansia de fama plug and play?
Si en realidad, la verdadera motivación de los desvelos y nocturnidades que acometen a los blogueros es que al final del post no se encuentre el odioso "0 comment", que nos deja de repente solos frente al monitor donde nuestra sombra está, mi amor, desamparada...